Frei Denker

13.1.07

conmigo

Recuerdo el océano al ver mis facciones ahogándose en la úlcera que el agua dulce convierte en finita. Un pómulo quebrado, mis labios deshechos y esas pestañas húmedas de siempre. Sé del surgimiento dentro de mi ser del charco impuro que asfixia en la cobardía del hueco del fantasma. Hurgué en esos libros de historia carentes de hojas amarillas y olor a viejo. Éste era uno de un solo tomo casi diminuto pero con la asperidad de una roca en las costas ventosas. Él decía en esas pocas líneas una realidad de un cuento apto para nadie y tanto más cierto que la vida de un niño. No recuerdo textualmente las palabras, mucho menos el autor -si es que el sujeto decidió formarlo- pero sí el año. Al dorso había una inscripción alarmante: "2006- ...". Giró en mi cabeza como una calesita sin ponys ni autitos, sólo con cucarachas reaccionarias, como todas.

Comecé a leer mientras “Ojalá” –Silvio Rodríguez- se repetía en mis oídos, corazón, venas y estómago. Ayer un gran hombre a quien admiro y aprecio tantísimo –gracias por las risas en mi rostro, gracias-, dijo que practicar el masoquismo conmigo no era tarea sencilla… pero erró totalmente. Esas palabras eran azotes en mi espalda. Podían hasta sentirse los movimientos violentos y verse las marcas de sangre que acabaron en surcos hinchados. Todo por esa desdicha estúpida que conduce a éste escrito tan asquerosamente confuso.


Alguien arribó nadando dentro mío, dejó sus huellas y calzado en la orilla y luego procedió a regalarme su elixir. Lo bebí con gusto pues mi paladar se emocionó hasta la gesticulación y sentí una completud impronunciable. Al descender supuso que el petróleo que transportaba en su humilde pero bellísimo bote estaba bajo control en un bidón cuidadosamente cerrado. Eso es lo que el común acuerdo dictaba desde un principio. Pues no fue así, yo debí traicionar y eso es lo que está costándome caro. El líquido culminó derramado en mi y allí se inició la úlcera. Los médicos dicen que no tiene cura, ya que la dosis máxima de omeprazol no basta para sellar semejante herida, que en sus dimensiones –y comparadas con otras- no es tan asombrosa, pero dentro de mi cuerpo y para mi es el peor de los sentires existentes. Pues la herida es tan abstracta que las ecografías no la detectan. Ellos lo saben, dentro mío hay un vacío repleto de agua dulce... pero oscura y contaminada. Sin embargo, lo único que podría dejar de lado el daño es una máquina de tiempo y vos. La máquina de tiempo está oculta en secretos científicos a los que no tengo acceso ni yo ni los médicos a los que puedo consultarles y vos... denegás ese acceso. Sentí el color negro, sin saber que no sólo podía verse. Yo lo sentí pero es mejor observarlo, desde lejos.
A juggler IN THE MOON 9:13 p. m. .

1 Comments:

bueno, bueno.. como se va a llamar?

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